No, a tu cerebro no le gusta recorrer largas distancias, tampoco le importa que sea corriendo, nadando o en bicicleta, de hecho es tu principal enemigo para no dejarte conseguir las marcas que te has fijado y en este artículo te voy a explicar por qué.
Durante un entrenamiento duro y prolongado, que nos exige mucho esfuerzo o bien, durante una competición en la cual intentamos alcanzar nuestro máximo rendimiento, nuestro cerebro interpreta que la actividad que estamos realizando no es segura para el propio organismo y empieza a enviarnos señales fisiológicas en forma de sensación de sed, hambre, fatiga y, además, también es habitual que nos autosabotee con pensamientos negativos del tipo:
- “¡No puedo más!”
- “Voy a tener que parar”
- “¿Qué necesidad tengo de estar sufriendo?”
- “Voy muert@ y todavía me quedan 5km”.
Esto es debido a que nuestro cerebro no está diseñado para realizar grandes proezas físicas, ni hitos extraordinarios. Nuestro cerebro únicamente está diseñado para sobrevivir pero siguiendo una máxima, conseguirlo de la forma más eficiente posible. Esto quiere decir que debe ser ahorrativo y no despilfarrar energía de forma innecesaria. Nuestro cerebro interpreta que correr una maratón, una ultra o una gran fondo es totalmente innecesario y no tiene ningún sentido, si no existe un peligro real que justifique tal exceso de gasto energético. Por tanto, se dedica a autoboicotearnos para conseguir el cometido de la “supervivencia sostenible”. Por el contrario, tal y como les sucedió a nuestros antepasados prehistóricos, si en esas situaciones existiera un estímulo real amenazante como por ejemplo un animal feroz o una turba de la tribu contraria, en nuestro cerebro, nunca, jamás, aparecerían pensamientos negativos de este tipo, sólo aparecerían respuestas de lucha o huida pero, en ningún caso, se daría por vencido.
¿Qué podemos hacer para que nuestro cerebro no nos sabotee?
Por suerte para nosotros existen algunos aspectos que pueden jugar a nuestro favor.
Un ejemplo rápido y fácil: si cierras los ojos y visualizas mentalmente tu comida favorita durante unos segundos, empezarás a salivar como si realmente la tuvieras delante. Para el cerebro lo que piensas y lo que experimentas tiene la misma activación neurológica. Pues bien, esto también lo podemos aplicar cuando hacemos deporte.
Técnica de afirmaciones positivas
Es frecuente leer o escuchar consejos acerca de automotivarse con mensajes como:
- “Voy bien y puedo continuar adelante”
- “¡Tengo mucha fuerza!”
- “¡Vamos! ¡Continua!, ¡Estás a punto de llegar!”
Pero de poco servirán esas afirmaciones si antes no las hemos practicado durante los entrenamientos. Aprovechando, lo que comentábamos anteriormente, de que el cerebro no distingue entre lo real y lo imaginario, podemos utilizar nuestros pensamientos positivos como experiencias imaginarias para consolidar nuevas redes neuronales que jueguen a nuestro favor.
Con la repetición de las afirmaciones positivas iremos tejiendo rutas neuronales cada vez más afianzadas, que consolidarán patrones de pensamientos positivos y si logramos practicarlas de forma duradera se instalarán en nuestro cerebro como rasgo neuronal, lo que nos ayudará a superar con mayor entereza situaciones de fatiga prolongada como las que se dan durante una competición.
Practica tus afirmaciones positivas
De esta forma, iremos alejando la negatividad y las nuevas redes neuronales nos acercaran hacia una perspectiva más positiva. Por supuesto las afirmaciones, no tienen poderes sobrenaturales, ni tampoco podrán cambiar las situaciones, pero nos ayudarán a percibir e interpretar de forma más saludable aquello a lo que nos enfrentemos. Si creamos estados positivos en nuestra mente, nuestras conductas irán dirigidas a conseguir los objetivos propuestos.
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