Durante esta temporada, he acompañado a cinco deportistas con el objetivo de poder disputar los Juegos Olímpicos en diferentes disciplinas, algunas en deportes individuales y otras en deportes de equipo. Ninguna de ellas ha conseguido finalmente entrar en la convocatoria de la selección final para disputar los juegos, aunque alguna todavía cuenta con posibilidades disfrutando del rol de reserva, en caso de lesión o indisposición de alguna compañera.
Para muchas deportistas, la cima de su carrera es competir en los Juegos Olímpicos. En la mayoría de deportes este es el mayor evento deportivo al que se puede aspirar. Sin embargo, a pesar de demostrar un rendimiento excelente, cumplir con los requisitos necesarios y haber estado presentes en las convocatorias previas, todas ellas se quedan a las puertas de este sueño debido a decisiones de selección tomadas por sus seleccionadores o comités nacionales, o bien simplemente, porque otras compañeras han tenido un rendimiento final extraordinario.
Este escenario, aunque frustrante y doloroso, es más común y habitual de lo que parece (son más las deportistas que han tenido la posibilidad de ir y no van finalmente, que las que acaban participando). Esta situación, obviamente, tiene un impacto significativo a nivel emocional para la deportista, pero puede ser contrarrestado con la realización de un buen trabajo psicológico previamente establecido y corregido según aparecían dificultades.
Con casi todas ellas, el acompañamiento ha sido de largo recorrido, en algunos casos incluso desde temporadas anteriores. Este hecho me ayudó a realizar mi trabajo, ya que poseía mucha información previa y conocía reacciones o estados de ánimo de las deportistas en diferentes momentos de la temporada, dependiendo del momento competitivo y la exigencia respecto al rendimiento. De este modo, es más fácil planificar las sesiones y prevenir posibles dificultades que pudieran surgir a nivel psicológico.
Con cada deportista las situaciones que se dieron fueron variopintas y en cada caso el trabajo se fue adaptando a las necesidades y los propios recursos personales de cada una ellas. Pero con todas hubo puntos de intervención comunes que fuimos trabajando.
Quedarse a las puertas de los Juegos Olímpicos a pesar de un buen rendimiento es una experiencia emocionalmente desafiante para cualquier deportista.
La gestión adecuada de esta situación a nivel psicológico es crucial para la salud mental y el bienestar a largo plazo. Con el apoyo adecuado y las estrategias correctas, estas deportistas pueden superar el golpe, fortalecer su resiliencia y continuar brillando en sus respectivas disciplinas.
Una última reflexión, ¿a nivel institucional, nos preocupamos lo suficiente por apoyar y asegurar la salud mental de las deportistas que se quedan fuera de los Juegos Olímpicos?
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