¿Otra vez vamos a hacer esto? …seguro que has escuchado esta queja en alguno de tus jugadores o tú mismo como deportista se lo has reprochado a tu entrenador. La repetición de ejercicios y gestos técnicos son básicos para conseguir un dominio aceptable del deporte que practiquemos. Habitualmente, el bloque de ejercicios técnico y tácticos de los entrenamientos tienen como finalidad reproducir posibles situaciones reales que nos encontraremos durante la competición.
Cuando repetimos en numerosas ocasiones un mismo gesto o acción, acaba por automatizarse y podemos realizarlo sin pensar. De eso se encarga un conjunto de estructuras cerebrales, llamadas ganglios basales que consiguen que realicemos conductas de cierta complejidad, pero sin esfuerzo consciente. Seguramente, alguna vez has llegado a casa conduciendo tu coche, pensando en todo aquello que te ha sucedido durante el día y una vez has aparcado, te has quedado sorprendido y has pensado: “He llegado a casa sin darme cuenta” …pues los responsables de ello son los ganglios basales, aunque teorías más dogmáticas quieran cederle el mérito al “ángel de la guarda”.
La repetición está bien cuando aún no dominamos las nociones básicas del deporte, pero cuando el deportista tiene una cierta maestría, la mera repetición bajo las mismas condiciones y dificultades no conseguirá que sea mejor jugador. La repetición no producirá nuevas conexiones entre neuronas colindantes, no se generarán nuevas redes neuronales, simplemente el deportista será muy bueno haciendo un movimiento o un lance específico del deporte, pero la evolución quedará congelada y no conseguiremos que sea más inteligente durante el juego.
El sistema nervioso tiene la capacidad de adaptarse rápidamente a la cotidianeidad y las rutinas para ser más eficiente, pero este hecho nos aboca al estancamiento. Debemos activar otras capacidades de nuestro cerebro como es la flexibilidad cognitiva que conseguirá:
Para conseguirlo entrará en juego, una estructura cerebral más avanzada, la corteza cingulada anterior (CCA). Para activarla deberemos construir situaciones en que los deportistas no puedan resolverlas de la manera habitual, haciendo gala de sus automatismos previamente aprendidos.
La CCA es la encargada de controlar la conducta y evaluar si los resultados conseguidos mediante la acción han sido satisfactorios, en caso de que no lo sean enviará información a otras estructuras que se encargaran de redirigir el error, establecer nuevas estrategias de acción y estimular el aprendizaje para futuras situaciones.
Para que el ejercicio consiga el efecto deseado debemos alterar las condiciones del deporte en cuestión, trasgredir para desconcertar al cerebro del deportista y busque alternativas de respuesta a problemas que no se encuentra habitualmente.
Ejemplos:
En definitiva, el objetivo es que el jugador cuente con:
En algunos jugadores encontraremos resistencias o limitaciones para añadir esta tipología de entrenamiento cognitivo, pero si logramos integrarlo en las sesiones conseguiremos que los deportistas sean más completos e inteligentes. Además, los entrenamientos serán más novedosos, desafiantes y estimulantes para el jugador, hecho que redundará en una mayor motivación centrada en el proceso de entrenamiento.
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